NIños de hoy, Ciudadanos del mañana
Diariamente escuchamos las noticias que vivimos en el país en las
distintas esferas, donde el sentimiento de angustia, miedo, inseguridad,
desesperanza y rabia que se transmite en las comunicaciones, bien sea a través de las palabras, de los
gestos y de los escritos entre líneas por los distintos medios de comunicación,
redes sociales, o de los encuentros entre las personas en los distintos
ambientes donde nos desenvolvemos etc., nos
aleja del poner la atención en esos niños y adolescentes de hoy que, mañana serán los ciudadanos que asumirán los
restos del país que le dejaremos.
Entiendo que la dinámica del cambio es patente, pero también
es imprescindible prepararse, anticiparse para sobrevivir y superar la ola que
nos arropará, sino estamos preparados.
Desde donde estamos, de lo que sabemos hacer, de lo que
educamos y en especial a nuestros hijos, debemos afinar la mirada, apuntar a
crear actitudes positivas ante la vida, a enseñar que el esfuerzo, la
creatividad, el compromiso, la responsabilidad, el respeto, la honradez y, muy
especialmente el potenciar nuestra interioridad, nuestra espiritualidad (no así
la religiosidad), podremos contribuir para transformar patrones conductuales
que, poco a poco, introducirán ese
deseado cambio, sin dejar de lado muestra mirada ante la realidad social, económica
y política que se requiere para superar este modelo exhorto en el poder de la
sumisión de los muchos, en función de mantener las ganancias individuales y egoístas
que les sostienen.
Observo con preocupación que muchos padres en la
manifestación de sus miedos e inseguridades, proyectan en sus hijos los mismos,
conllevándoles a crear un apego no
sano, una dependencia enfermiza y una aniquilación de la autonomía, que a la larga se expresará en una incapacidad para afrontar los
distintos cambios a vivir, a las ausencias a sufrir y a los tratos inadecuados
a los que se verán sometidos dada la dinámica social que nos caracteriza.
Requerimos ciudadanos auténticos, autónomos, capaces de
manifestar su sentir y pensar con respeto a sí mismos y a los demás, sin caer
en complacencias ni sumisión a los antojos de otros, requerimos ciudadanos
seguros de sí mismos, capaces de tomar
decisiones que por muy duras que puedan ser para unos pocos, favorecerán a
muchos; ciudadanos preparados, comprometidos, responsables, promotores de una convivencia
positiva sin caer en conchupancias que a
la larga, generan expectativas falsas de preferencias, de facilismos, de
pretensiones imposibles a cubrir, ciudadanos que no padezcan temor en expresar sus opiniones sin querer agradar a
todo el mundo o por temor a pagar el costo social de sus acciones correctamente
manifestadas.
¿Cómo hacemos para
educar a nuestros hijos bajo estas características?
Trabajemos nuestros miedos, reconozcamos nuestras debilidades
y fortalezas, asumamos el tomar conciencia de que la responsabilidad que nos
hemos asignado de educar a los hijos es indelegable y que, hay que prepararles para un mañana incierto
pero también llenos de esperanza y posibilidades, con autonomía y autenticidad,
cultive un sano desapego donde la confianza sea el valor central.
Adriana Salazar.
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